ALGUNAS IMAGENES DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE EN CASTILLA Y LEÓN
ALGUNAS IMAGENES DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE EN CASTILLA Y LEÓN
Por Ángel Sierra Vallelado
La Reina de México y Emperatriz de América, es sin duda la Virgen de Gudalupe, que es venerada en la Basilica de Guadalupe (México), siendo su festividad el 12 de Diciembre y Patrona de América, México y Filipinas.
Su advocación es mariana, y de acuerdo con las creencias católicas, la Virgen de Guadalupe se apareció cuatro veces a Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro de Tepeyac. Tras una cuarta aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obspo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego llevó en su ayate unas rosas (flores que no son nativas de México y tampoco prosperan en la aridec del Tepeyac) que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de Santa María, morena y con rasgos indígenas.
Las marifanías habrían tenido lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de Diciembre de ese mismo año, aunque el relato canónico de las apariciones de Tepeyac (el Nicam mopohua) fue publicado en 1649 en el marco de un resurgimiento del culto a la imagen guadalupana que se encontraba en retroceso desde principios del siglo XVIII.
La tradición católica cree que la aparición de la imagen de la Virgen de Guadalupe fue en el año 1531, menos de medio siglo después de la caída de México – Tenochtitlan en manos de los españoles. Esta fecha aparece registrada en el Nican mopohua, uno de los capítulos que integran el Huei tlamahuizoltica, obra en lengua náhuatl escrita por Luis Lasso de la Vega y que la tradición atribuyó al indígena Antonio Valeriano. Sin embargo, es posible que la imagen que se veneraba en 1530 no sea la imagen mariana que se encuentra en la actualidad en el altar mayor del Santuario de Tepeyac. La falta de documentos de la época dificultan el esclarecimiento de la historia de la aparición de la imagen de la Virgen en la ermita, aunque resulta bastante plausible que el arzobispo Alonso de Montúfar haya participado decsivamente en el hecho.
A esto hay que sumar que desde la llegada de los franciscanos a México, los indígenas fueron instruidos en la pintura y se les permitió la producción de imágenes religiosas. De modo que cuando Montúfar se pronunció a favor de acabar con las (abusiones de pinturas de indecencia de imágenes) producidas por los indígenas que (no saben pintar ni entienden bien lo que hacen), en realidad estaba aacando la obra de los misioneros franciscanos representados por Pedro de Gante. El enfrentamiento sobre la producción de las imágenes religiosas y su papel en la cristianización de los indígenas era también el reflejo de los desencuentros entre el arzobispo de México y los franciscanos en lo referente al culto de la Virgen de Tepeyac. El 6 de Septiembre de 1556, Montúfar pronunció una homilia en la cual se pronunciaba partidario de la promoción del culto de la Guadalupana entre los indigenas. El 8 de Septiembre de ese mismo año, el arzobispo obtuvo una respuesta sumamente crítica por parte de los franciscanos en boca de Francisco de Bustamante. La labor de la Orden Francscana e la cristinización de América había estado imbuida por la filosofía erasmiana que rechazaba la veneración de las imágenes, de modo que cuando Montúfar se mostró favorable a difundir el culto de la imagen del Tepeyac.
Teniendo por caracteristica que la iconografía más prodigada es, lógicamente, la de la Virgen de Guadalupe de México, pues su devoción alcanzó la máxima identificación americanista.
Las copias del lienzo de Tepeyac comienzan a ser difundidas en terras americanas a principios del siglo XVII, llegando a extenderse allí tanto a principios de la siguiente centuria que en las segundas Informaciones sobre la Virgen guadalupana, realizadas en 1723, se preguntaba acerca de (que no hay casa de noble y plebeyo, español e indio y otras muchas castas en las que no se hallen una o muchas imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe de México en lo dilatado de estos reinos, y con particular o peculiar veneración de tal suerte, que si alguna casa se hallara sin tenerla juzgárase al dueño por impio o sospechoso).
Efectivamente, en el tránsito del siglo XVII al XVIII se multiplican las representaciones de la Virgen de Guadalupe. Entonces, además, comienza a extenderse la costumbre de disponer a su alrededor pequeñas escenas con la aparición, milagros y el indio Juan Diego con el azobispo Zumárraga. La mayoría de las obras serán óleos sobre lienzo, pero también es reproducida en otras modalidades artísticas y artesanales americanas, como los cobres (enconchados), trabajos (plumarios), artesanía en barro, esculturas, platería, etc.
En aquella época, fines del XVII y principios de la siguiente centuria, es el pintor Juan Correa quien realiza más cuadros, los cuales eran apreciados por su fidelidad, pues sacó un calco del milagroso original según dirá en 1756 su discípulo Miguel Cabrera en el opúsculo Maravilla Americana, precisando que su maestro (le tomó perfil a a misma imagen original, ...en papel azeytado del tamaño de la misma Señora, con el apunte de todos sus contornos, trazos y número de Estrellas, y de Rayos...; de este dicho perfil se han difundido muchos, de los que se han valido y valen hasta hoy todos los artífices). Son varios los ejemplares de Juan Correa conservados en España, entre ellos algunos de Castilla, tales como el de una capilla septentrional de la Catedral de Segovia o el del Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Aunque otros son los de la Iglesia de Santo Toribio de Mogrovejo, en Mayorga de Campos, y un óleo que se encuentra en el coro bajo del Monasterio de las Huelgas Reales de Valladolid.
El cuadro de la sacristia de la Iglesia de Santo Torivio de Mogroviejo, va firmado en la parte inferior, al lado derecho, con el nombre del prolifico pintor mejicano “Juan Correa”. Representa la efigie de la Virgen de Guadalupe, a la usanza tradicional: la Virgen con las manos juntas, entre aureola de rayos solares, y sobre el creciente lunar. Este tipo se inspira en la iconografia de la Virgen Apocalíptica, la cual, a su vez, cristaliza en el tipo de Inmaculada.
El cuadro del Convento de las Huelgas Reales, está firmado por el artista en el ángulo inferior derecho. Responde al tipo sencillo de la Vrgen de Guadalupe, tal como, según la tradición, se grabó milagrosamente sobre la tilma de Juan Diego en 1531. La imagen aparece flotando entre nubes blancas. Su iconografía y el cromatismo simbólico de sus vestiduras han sido interpretados como un signo de mestizaje de culturas, creencias y religiones entre el sustrato indio y la colonización española, así como el nacimiento de una nueva civilización.
Otros pintores menores de aquella época hacen cuadros de esta Virgen mexicana, como Antonio y Manuel de Arellano, de los que se muestra aquí un lienzo fechado en 1691 perteneciente a la parroquia vallisoletana de Cogeces del Monte.
De este cuadro se puede decir, que a finales del siglo XVII y en las primeras décadas del XVIII trabajaban en México dos pintores de apellido Arellano: Antonio y Manuel, que no suelen añadir el nombre en la firma de sus obras. Aún están por definir las características peculiares del estilo de cada uno de ellos. Se han fijado las fechas de 1692 y 1699 como las del comienzo de la activdad de Manuel y Antonio Arellano, respectivamente. El año 691 que aparece junto al “Arellano F.” en la parte nferior de esa Virgen de Guadalupe, perteneciente a la Iglesia Parroquial de Cogeces del Monte (Valladolid), obliga a modificar, al menos en un año, la fijación del inicio de la producción artística de uno de estos pintores.
Avanzado el siglo XVIII aumentan las reproducciones de la Virgen de Tepeyac, siendo el más fecundo artífice el pintor Miguel Cabrera, quien tuvo la oportunidad de presidir la comisión de artistas que, el 30 de Abril de 1751, por encargo del abad y prebendados de la Colegiata de Guadalupe realizó el examen de la Virgen, sin cristal. El dictamen de éste se publicó cinco años más tarde con el título de (Maravilla americana y conjunto de raras maravillas). Miguel Cabrera realizaría el 15 de Abril de 1752 tres copias de la Virgen (para el papa Benedicto XIV, el arzobispo Rubio y Salinas, y él mismo), proceso en el que le ayudó José de Alcibar. Entre los artistas que colaboraron con Cabrera en aquellas tareas o de quienes publica su dictamen para corrobrar el suyo, recordamos especialmente a Manuel de Osorio y José Alcibar.
No conocemos ningún ejemplar guadalupano de Cabrera en la región castellana, más si de Manuel Osorio, cuyo notable lienzo perteneciente a la Catedral de Palencia, fechado en 1739. Tiene el interés historiográfico de no ser recogido ningún ejemplo suyo en el repertorio iconógrafico realizado recientemente en México (José Ignacio Conde y María Teresa Cerantes: “Nuestra Señora de Guadalupe en el Arte”, en Album del 450 Aniversario de las Apariciones... Ediciones Buena Nueva, México, 1981, p. 154). Tampoco se conserva aquí ninguna Virgen de Alcíbar (del que se conocen ejemplos en México, Zacatecas y Guadalajara; en España, Sevilla y Madrid); sin embargo se puede ver como está presente su arte en Castlla, con un retrato de Ampudia.
Además de estas representaciones guadalupanas, se conocen otras muchas más anónimas, de las que gran parte serían enviadas desde América. Entre otras, recordamos las de Tudela de Duero, Santa María de Briviesca, Villalón de Campos, Oña, Peñaranda de Duero, Prádanos de Bureba, Condado de Valdivieso, Santa Clara de Burgos, Covarrubias, Quincoces, Santo Domingo de Silos, Villalaín, Urría, Trespaderne, Cubilleja, Colegiata de San Pedro, en Soria, Colegiata de Berlanga, Museo Diocesano de Burgo de Osma, Molinos de Duero, San Andrés de Valladolid, Convento de Santa Clara de Palencia, Convento de Carmelitas Descalzas de Peñranda de Bracamonte, Arcenills, Asturianos, y un gran amplio etcétera.
Aquí podemos destacar, que la pintura de Villalón de Campos (Valladolid), es de considerables dimensiones y se encuentra encastrada en un retablo barroco del siglo XVIII, siendo un anónimo méxicano.
Representa a la Virgen de Guadalupe, según la iconografia usual, copiada del orignal impreso en el manto del Indio Juan Diego. A ambos lados, presentan la imagen los Arcángeles Gabriel y Uriel. En los ánglos aparecen escenas de las diversas apariciones de la Virgen a Juan Diego. En el ángulo inferior izquierdo, se representan el milagro de la tilma, según el cual, cuando el Indio presentó el manto con flores el obispo Fr. Juan de Zumárraga, apareció milagrosamente impresa la imagen de la Virgen. En la parte inferior central, se muestra la aparición y curación milagrosa del tío Juan Benardino. Todo ello se adorna con espléndidas guirnaldas de flores.
Aunque podemos citar, que la Virgen de Guadalupe, que se conserva en la Capilla de la Inmaculada, de la Catedral de Palencia y realizada por Manuel Osorio. Es una de las más interesantes representaciones de la Virgen de Guadalupe, que se conserva en la Provincia de Palencia por cuanto es obra importada de México.
La Virgen, mestiza, está rodeada de rosas, aludiendo quizás a su plasmación milagrosa en la capa del Indio Juan Diego. Cuatro escenas con la historia de su aparición, se distribuyen como es frecuente en los ángulos, mientras que en los bordes superior e inferior se ven unos edificios, tal vez recordando la construcción del célebre Santuario en la colina de Tepeyac. Interés tienen asimismo la Piedad y la Virgen con el Niño que se sitúan en el centro de los bordes laterales de la pintura, quizás referencias a devociones particulares del donante.
Pero siguiendo nuestro recorrido por las tierras de Castilla y León, la Virgen de Guadalupe de Prádanos de Bureba de Burgos, se la puede definir como una representación de la Vrgen Méxicana completada por cuatro escenas, una en cada ángulo, en que se narran episodios diversos de su aparición. Las características de imagen de devoción popular que aportan dichas escenas se confirman por la calidad de la pintura, de discreta técnica, debida a un pintr mexicano, José Oñate, del que desconocemos su biografia, pero que debó de ser un prolífico copista del original guadalupano, ya que e la Iglesia de Trespaderne (Burgos) se consera un lienzo igualmente firmado por este autor, de idénticas características, que son las mismas de algún otro cuadro, sin firma, también en iglesias burgalesas.
Pero la importancia de la devoción americanista hizo que también fueran realizadas en España (alguna de esas anónimas puede serlo), encargándose su copia a artistas castellanos. Tal es el caso del cuadro “El obispo de Zumárraga ante la Virgen de Guadalupe”, del Convento de Carmelitas de Alba de Tormes, atribuido a Simón Peti o Pitti, y de la “Virgen de Guadalupe”, firmada en 1737 por el salmantino Francisco Antonio Martínez de la Fuente, que se comnserva en la Parroquia de San Julián de Salmanca.
Fuente: Catalogo de la Muestra de Arte Americano en Castilla y León. Universidad de Valladolid – Palacio de Santa Cruz. Valladolid. Mayo – Junio 1989.