GAUDÍ ALGO MAS QUE UN ARQUITECTO MODERNISTA
GAUDÍ ALGO MAS QUE UN ARQUITECTO MODERNISTA
Por Ángel Sierra Vallelado
Si entramos de una forma particular en la persona de Antoni Gaudí es debido al prestigio internacional que éste ha adquirido, sin querer por ello menospreciar a sus notorios colegas arquitectos que sembraron Barcelona de edificios modernistas. Gaudí fue un estudiante que pasó más horas en la biblioteca que en las aulas. Estudioso de la arquitectura de la antigüedad, tuvo gran interés por la amplia teoría del arquitecto francés Viollet-le-Duc.
Toda su obra anterior al año 1.900 hasta 1.916. El Palau Güell (1.886 – 1.889), residencia particular del que será su gran mecenas y protector, Eusebio Güell Bacigalupi, es el edificio que, por su singularidad, merece especial atención de este período historicista ecléctico.
La austera fachada principal, perfecto guardián urbano de una imagen austera y contenida, contrasta con la riqueza ornamental interior, repleta de detalles de elaborada manufactura y en donde se aprecian por vez primera los iniciales motivos que caracterizarán el modernismo.
No hay que olvidar que Gaudí, desde 1883, asume la dirección de los trabajos de la construcción del templo de la Sagrada Familia, y que hasta adentrados en la década de 1890 no termina la cripta de este templo según las directrices marcadas por el proyecto originario, obra del colega Francisco de P. Villar y Lozano. Gaudí, a partir de 1900, no sólo ha cambiado el proyecto neogótico de su predecesor en la Sagrada Familia, sino que ha conseguido ver cómo el ábside y la fachada del Nacimiento ya son prácticamente una realidad.
La especial mención de la amplitud de opiniones que la obra de Gaudí ha recibido, y no tan sólo por parte de la calle, sino incluso de personas autorizadas.
La obra de un arquitecto pocas veces expresa unos sentimientos suficientes para motivar la opinión de la persona que la contempla. La arquitectura del modernisme en una ciudad como Barcelona más bien tiene toda ella un tono similar, es decir, peca de excesiva monotonía, y las apreciaciones que sobre ella pueden hacerse entrar en el discurso muy particular de cada obra. La imagen de ciudad compacta es acertada, pero las salvedades de calidad son necesarias. En el caso de Gaudí, a excepción de algunas obras como la casa Calvet, todos sus trabajos pecan de excesivo protagonismo. Pero no hay que olvidar que este protagonismo está más que justificado, incluso con el paso del tiempo.
Recientemente, edificios como el palacio Güell, los pabellones de la finca Güell en la avenida de Pedralbes, las casas Batló y Milá, han sido objeto de importantes trabajos de restauración. Todo ello nos ha permitido volver a descubrir el estado primitivo, al igual que cuando fueron terminados.
Tan sólo hay un caso en que se está produciendo el camino inverso: el templo de la Sagrada Familia. La imparable voluntad de ver terminada la construcción de esta obra unitaria, cuya simbología está por encima de los intereses ciudadanos y, más grave aún, por encima de consideraciones que ponen en duda el proyecto global, al construirse por medio de una hipótesis y no existir una tesis, son pruebas suficientes para hacer un profundo replanteamiento sobre este edificio. Se está construyendo el templo, pero éste se está desmoronando, no se restaura.
Fuente: Gaudí y las Cumbres Modernistas. Xavier Güell. Un Siglo Revolucionario. El País 1990.